Cuéntame un cuento (La columna de hoy 27-02-15)

Necesito una moraleja que me renueve

ViernesEstaba a punto de terminar una sesión de trabajo con directores de diferentes áreas de una organización. Tres días intensos de trabajo en los que se dieron cita el corto, el medio y el largo plazo provocando reiteradas discusiones que servían para avanzar en la meta del trabajo. El nivel que se alcanzó fue alto, todos pusieron sus opiniones y experiencia al servicio de los demás incluso dejando que las preocupaciones formaran parte abierta de la sesión.

Decidí regalarles un cuento como despedida y lo hice poniendo ilusión y emoción para que el regalo de la moraleja quedara bien envuelto. Todos aplaudieron y nos despedimos unos de otros satisfechos por el trabajo realizado.

Cuando estaba recogiendo mis papeles, vi que uno de los asistentes permanecía sentado en el aula mirando cómo guardaba mi portátil. Era el de mayor experiencia y responsabilidad de todos. Le pregunté si le ocurría algo y me dijo:

  • Necesitaba escuchar ese cuento

CuentoDejé el ordenador en el suelo y me apoyé en una de las mesas esperando a que continuara.

  • Los últimos meses están siendo muy difíciles. Ya lo hemos hablado durante estos tres días. Presión, incidencias, conflictos, discusiones, malestar, sensación de no llegar,…
  • No está siendo fácil para nadie – Afirmé.
  • Nos convertimos en máquinas de actuar, en pensar sin tiempo, en atender a múltiples problemas simultáneamente y no nos damos cuenta de que eso nos va afectando por dentro y de que necesitamos que alguien nos cuente un cuento de vez en cuando, para encontrar un pequeño momento de tranquilidad que nos ayude a renovarnos.
  • Si he conseguido eso, doy por bien traído el esfuerzo de esta sesión.
  • Quizá debiéramos dejar más espacio a la emoción de los cuentos y a la renovación que nos regalan sus moralejas. Gracias por estos últimos minutos.

Cuando personas como él, directivos de nivel, de los que «generan respeto», abren la puerta de sus emociones con esa sinceridad, también me regalan una moraleja que en buena medida, me renueva.

Quizá deberíamos contar y compartir más cuentos.

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