Voy a intentar resumir en una conversación escueta, lo que me ronda por la cabeza. Imagínate una reunión en la que un responsable de formación de una organización concreta le pide a un proveedor que le diseñe un programa formativo:
- Responsable: Necesito un programa de liderazgo
- Proveedor: ¿Para qué colectivo?
- R: Directores de unidades de negocio
- P: ¿Qué finalidad?
- R: Conseguir potenciar la contribución de los equipos a través de una mejor preparación para desarrollar el desempeño de los equipos.
- R: Debéis preparar un programa con elevada aplicabilidad, que aproveche bien el tiempo de formación con el que vais a contar y que esté enfocado a las claves que necesita el colectivo en estos momentos.
- P: Para eso, debiéramos contar con la oportunidad de realizar un análisis previo del escenario profesional de los directivos.
Todo bien hasta ahora, pero lo siguiente empieza a llenar de nieblas el proyecto:
- R: Como mucho, podemos hacer un par de entrevistas con directivos y os pasamos algo de información nosotros. No tenemos presupuesto para costear diseños. Tendréis que asumir el programa sin esta parte.
- P: Ya.
- R: Además necesitamos que sea algo diferente, con metodologías de aula que impacten y consigan que se lo pasen bien.
- P: Ya sabes que en esto nos manejamos muy bien. Tenemos dinámicas divertidas que hacemos tanto en formato in-door como en out-door
- R: Enseñádmelas porque me preocupa mucho que este proyecto tenga unos niveles de satisfacción muy altos en los soportes de evaluación de final de sesión. ¡¡Tenemos que hacer márketing de la formación!!
- P: Sí, es importante.
¿Qué ocurre después de esta conversación?
El proveedor enseña las metodologías al cliente que se enmarcan en títulos llamativos: «La búsqueda del objeto oculto», «A ciegas puedes llegar», «La alfombra de Aladino», «Surcando el espacio», «Sálvate si me encuentras»,…
¿Son reales estos títulos?
No, me los acabo de inventar, pero son ejemplos semejantes al día a día.
¿Qué ocurre luego?
Que el cliente se imagina el aula y ve a los asistentes pasándoselo en grande, disfrutando de la sesión, poniendo «dieces» en las evaluaciones y felicitando al departamento de formación por una sesión tan agradable.
Y tu preocupación con todo esto, es…
¡¡¿Dónde diantre han quedado esas finalidades y criterios de: aplicabilidad, incremento de contribución, desarrollo del desempeño, rentabilizar el esfuerzo formativo,…?!!
Os dejo un número de la Caja Negra en el que se habla de alguno de estos problemas que con tanta frecuencia se ven en los programas formativos.

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