Mi respuesta fue sincera y rápida: «Gracias a las dificultades, querido amigo, no a pesar de ellas».
Y di esta respuesta no por rechazar un elogio de un amigo convencido, sino por el convencimiento de que aunque me encantaría un escenario profesional más sencillo, sus dificultades son un acicate, un impulso a actuar y a hacerlo de la manera más eficiente y eficaz posible.
Esa conversación me animó a revisar las experiencias vividas durante aquél periodo. El resultado fue una clara evidencia, al menos para mí, de que la dificultad estimula la innovación, el esfuerzo, la alerta, la eficiencia y, como consecuencia, los resultados.
Todos estos elementos que se «activan» en situaciones de dificultad no son otra cosa que las palancas que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida y que forman parte de nuestra identidad. Aquello que podríamos incluir en esa competencia tan necesaria: Tolerancia a la Presión.
Cualquiera de nosotros, estoy convencido, tenemos en nuestra memoria, recuerdos de situaciones complicadas que fueron motivo de tensión y, quizás, ansiedad, y que, con el tiempo, se han convertido en evidencias de que podemos seguir adelante, aunque, es cierto, no sea el éxito el que nos haya acompañado siempre.

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