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Cuentan que en cierta ocasión, hubo alguien que intentó apagar la luz de la Navidad. Que se acercó a ella y sopló con fuerza. Que su soplido fue movido por miedos, incertidumbres, recelos, envidias, cobardías, egoísmos,… Que cuando consiguió extinguir la llama, un profundo vacío llenó su cuerpo y que la soledad se instaló en  él.

Cuentan que cuando miró atrás sintió que había roto algo dentro de sí. Que supo entonces que aquella pequeña luz con su suave calor, ya no estaba allí. Comprendió que precisamente ella era el soplo que había tenido en sus manos para acabar son sus  miedos, incertidumbres, recelos, envidias, cobardías, egoísmos,… Y que precisamente ellos eran los que se habían instalado dentro de su corazón ahora con más fuerza que antes. Tuvo miedo, mucho más que antes. Se sintió solo y lloró por lo que había hecho. Y precisamente entonces, renacida por las lágrimas, brotó de nuevo la luz de la Navidad dentro de él.

Cuentan que en cierta ocasión, hubo alguien que intentó apagar la luz de la Navidad y que no pudo porque aunque él no comprendiera su significado, su procedencia ni su valor, esa luz estaba ahí para él y para todos. Cuentan que fue entonces cuando aprendió a creer.

Feliz Navidad