Lo difícil de aprender es perseverar en `hacer´ y dar finalidad a ese `hacer´

Nos ilusionamos con contenidos formativos que después quedan en el olvido.

Estos días atrás, en una de las sesiones individuales y grupales que llenan parte de mi quehacer profesional, discutía con un directivo sobre la importancia de la comunicación como base esencial del perfil competencial.

Utilicé como referencia el libro que escribí sobre comunicación (te dejo un link en la imagen por si quieres profundizar en él).

  • Acabamos de vivir una experiencia -le comentaba- gracias a la cual se demuestra en en poco más de dos horas, habéis conseguido mejorar sensiblemente vuestro impacto comunicativo.
  • Así es -respondió aún ilusionado por el rápido y sensible efecto que había conseguido con las técnicas que estábamos compartiendo-. Lo curioso es que parece fácil.
  • Comunicar bien no es difícil. Ser un maestro, sí lo es. Vuestra obligación no es ser maestros; sí lo es garantizar que manejáis bien la comunicación con todos aquellos interlocutores con los que debéis interactuar por vuestro puesto de trabajo.
  • Está siendo una sesión muy buena -seguía ilusionado-, creo que esto nos va a marcar un antes y un después.
  • No lo creo.

Esta afirmación mía fue la que provocó la discusión. Se sintieron extrañados de que precisamente quien estaba impartiendo la sesión, les dijera aquello. Incluso alguno de ellos se sintió algo ofendido.

  • Ahora, estáis motivados por el efecto que acabáis de experimentar y porque veis que con él, tenéis por delante muchas oportunidades para evitar errores comunes y para aprovechar oportunidades. Saldréis de aquí con un compromiso firme. ¡Voy a aplicar todo esto día a día! ¡Lo necesito! ¡Es mi responsabilidad! Sin embargo, os aseguro que ni el 10% de vosotros lo va a hacer.

Me preguntaron por los motivos de mi afirmación. Les dije que el `buen´ aprendizaje necesita de 4 esfuerzos imprescindibles:

  1. Ser consciente de la necesidad de aprender y mantenerla viva.
  2. Acceder a contenidos de aprendizaje válidos y aplicables.
  3. Identificar aquéllas situaciones de nuestro día a día en las que podemos entrenar los contenidos de aprendizaje.
  4. Asegurarnos de que nuestro compromiso se va a mantener en el tiempo a pesar de las circunstancias.

Les dije que si sólo fueran necesarios los tres primeros puntos, el 100% de ellos lo harían; pero que teniendo en cuenta el último, sólo lo conseguirían el 10%.

  • Y eso, ¿por qué? – Me preguntaron
  • Porque en el día a día es donde nos encontramos con nosotros mismos. Surgen imprevistos, nuevas prioridades que hacen que nuestra cabeza vaya `olvidando´el compromiso que hicimos, éste se va desplazando, dejamos de atenderlo y cuando más adelante nos preguntan, nos justificamos diciendo que era imposible de hacer. Sin embargo, no es así. Aquéllos que basan su compromiso no sólo en los tres primeros puntos, sino también en el cuarto y cuidan especialmente este último, son los que lo consiguen demostrando que sí es posible.

Se quedaron en silencio y aproveché para decirles:

El que seáis buenos comunicadores no depende de vuestro entorno, de vuestro puesto, depende exclusivamente de vosotros.

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