¡Es un crack! Os aseguro que este amigo mío va a dar el cien por cien en la empresa y va a progresar rápidamente.
Recordamos esta frase pronunciada con entusiasmo por uno de nosotros, semanas atrás, cuando necesitábamos incorporar a una persona en la compañía. Mientras la recordamos, quien recomendó a su amigo, recordó otra de las frases que repetía entonces una y otra vez:
- ¡Es el soldado Ryan! Ya veréis lo bueno que es.
En este momento, vemos todo con la perspectiva que dan las semanas pasadas desde entonces, mientras soportamos con paciencia el atasco de entrada a Madrid.
- Pues, ¡poco ha durado tu soldado Ryan! – Reímos todos – En tres semanas ha tirado la toalla. – Veo el gesto de contrariedad en la cara de nuestro compañero a través del retrovisor, mientras las risas siguen inundando el pequeño espacio del coche.
- Ya te advertí: ¿Estás seguro de que es tan bueno como dices?
Cuando recomendamos a alguien, asumimos riesgos. Lo imprudente no es el hecho de asumirlos, sino el de no ser consciente de ello.
Ya estamos acostumbrados a que los altavoces del coche nos regalen la voz del Barquero. De nuevo está ahí y todos hacemos silencio.
Debiste pensar en los riesgos. – Oímos con claridad sus palabras con esa entonación envolvente tan característica de él – No es malo recomendar a alguien, al contrario, todos necesitamos en algún momento que alguien nos recomiende; pero debemos ser conscientes de los riesgos.
- ¿Cuales? – Pregunta nuestro compañero
- Pues los que han ocurrido – Responde otro de nosotros
Así es. ¿Qué riesgos surgen si tu soldado Ryan no demuestra ser tal? Veamos algunas:
No encajar en el trabajo e irse, con las consecuencias que para él tuviera esto (pérdida de confianza, coste de haberlo intentado, dejar otras oportunidades de lado,…) | Generar un problema en el departamento en el que se hubiera integrado, por atrasar la entrada de alguien válido, por las pérdidas derivadas de su mala actuación. |
Condicionarte conflictos por el descrédito que esto te pudiera ocasionar en la empresa. Si ocurriera, ¿se podría haber mermado la confianza que tenías antes? | Quebrar la relación con tu amigo, tanto por el hecho de que tú pensaras que te ha fallado, como por que fuera él quien pensara que le habías engañado. |
Estas circunstancias nos enseñan que es bueno evitar que nuestras decisiones obedezcan a un impulso emocional sobretodo si el riesgo de equivocarnos es alto.
- Según esto, me estás diciendo que no debiera haber recomendado a mi soldado Ryan, ¿no?
En absoluto. Lo que te digo es que si hubieras pensado en los riesgos, lo habrías hablado con mayor coherencia con tu amigo ayudándole a tomar su decisión y que con ello, tu recomendación a la empresa habría sido menos emocional.
Miro a mi compañero a través del retrovisor. Veo cómo asiente lentamente con la cabeza y dice convencido:
- ¡Lección aprendida!
Pero todos sabemos quién es el lider al cual seguir!!
Me gustaMe gusta
Me parece que el Barquero ha conseguido reunir a unos cuantos barqueros a su lado!!
Me gustaMe gusta
Gracias María!
Me gustaMe gusta
Era el momento de recuperar los buenos hábitos, y que él barquero nos vuelva a iluminar.
Me gustaMe gusta
Es cierto que siempre que hacemos algo podemos terminar influyendo en terceras personas. Por eso, resulta fundamental hacer una toma de conciencia para minimizar riesgos y ser más objetivos con las consecuencias que pueden derivarse de nuestras acciones.
Como siempre… muy acertadas las lecciones del barquero, ¡que ganas de seguir leyéndole!
Me gustaMe gusta
Estuvo reparando su barca…
Me gustaMe gusta
Me alegra ver que el barquero ha vuelto. ☺
Me gustaMe gusta