Es un momento de ansiedad para ellos y podemos echarles una mano.
Creo que cualquiera que lleve a sus espaldas unos cuantos años de experiencia, si bucea en su pasado, se encontrará con alguna escena en la que siendo él aún junior, alguien, un inesperado maestro, le ayudó a resolver algo importante. Ese inesperado maestro, utilizó el fruto de su propia experiencia unido a una clara predisposición para ayudar. Seguro que el resultado fue tal que hoy, ese recuerdo resurge con fuerza y provoca emociones especiales.
No debiéramos perder de vista esas experiencias con maestros para poder ser nosotros, maestros de quien pueda necesitarnos.
- Estoy aterrorizado, estoy aterrorizada, porque dentro de unas semanas debo presentar mi Trabajo Fin de Grado.
Y es lógico que lo estés. Un tribunal va a escucharte. Estarás seguramente de pie en una sala que te parecerá fría e impersonal. Dispondrás de 5, 10 o quizá 15 minutos para defender ese trabajo que tanto esfuerzo te ha costado. Tienes miedo a utilizar demasiado tiempo, a no decirlo todo, a tartamudear, a que te hagan preguntas imposibles,… Sabes que en realidad, lo más probable es que apruebes, pero eso no te tranquiliza. Quieres salir de ahí con un «enhorabuena» que se te antoja fácil de soñar pero imposible de realizar.
Son varias ya, las personas que por una u otra razón, se han cruzado en mi camino y me han pedido ayuda para resolver ese temido momento de la presentación del TFG.
- Pásame el documento del trabajo, dime qué directrices te han dado para la presentación y anticípame los títulos de los contenidos que crees que debes tratar en ella.
Cualquiera de ellos se enfrenta a lo que le pido con muchas dudas. Aunque sabe que tú vas a ayudarle los miedos nos se le quitan de la cabeza. En cuanto lo tengo y lo he revisado, me siento con él en una mesa frente a un ordenador y empezamos a trabajar.
Es curioso ver como todos se sorprenden de lo que va ocurriendo. Empieza a cambiarle el gesto y notas cómo se va animando, ilusionando y empezando a sentirse capaz de hacer aquello que tanto miedo le ha provocado. Construyes a su lado una presentación ágil, cercana, diferente, adaptada a su perfil y al contenido del TFG. Le haces practicar y mientras lo hace, le entrenas dándole sencillas recomendaciones que él o ella lucha por hacer suyas.
Llega el momento de la presentación. ¡Claro que va nervioso! El tribunal se sorprende. No dejan de atender, incluso alguno sonríe. Miran la presentación en la pantalla sin dejar de escucharle. Surgen las preguntas. Se sorprende de que sean precisamente las que ha preparado contigo. Sale airoso, más que airoso porque recibe un «enhorabuena» incluso antes de salir.
Él, ella, han superado un momento difícil. Se sienten muy bien y desde dentro, te agradecen la ayuda. Te has convertido en ese recuerdo que dentro de muchos años, seguirá surgiendo con fuerza.
Sea el TFG u otra situación diferente, aquellos que empiezan se pueden beneficiar de nuestra ayuda. Nosotros podemos beneficiarnos de una experiencia preciosa.
Basta con unir tu experiencia y tu ilusión por ayudarles.