Las buenas ideas precisan de un tiempo de reposo para iluminarse
Tras unos meses de intensa actividad, llega ese periodo de descanso en el que si tienes tiempo, lo dedicas a reflexionar sobre lo hecho para sacar conclusiones que te ayuden a retomar el pulso de la actividad.
Eso hemos hecho en este mes de agosto, pensar sobre si hemos conseguido avanzar en nuestro reto de ayudar a transferir a la realidad de las empresas, las inversiones que realizan en materia de formación y desarrollo.
Las conclusiones son variadas y nos animan a seguir ahí. Cuatro bloques encierran la mayor parte de ellas:
La transferencia empieza en el diseño: Toda inversión está dirigida a conseguir consecuencias, por lo que desde el mismo momento en que empieza a diseñarse el «qué» y el «cómo» de un programa, es necesario contar con aquello que debe facilitar la orientación del programa hacia su transferencia real en el escenario organizativo en el que intervienen quienes participarán en él.
La primera consecuencia del entrenamiento debe ser la aplicabilidad: Entendida como la percepción por parte de los participantes de que lo tratado (conocimientos y habilidades) durante las sesiones de formación, está íntimamente ligado con su escenario profesional y que aporta alternativas de cambio y mejora reales, operativas y aplicables.
La transferencia no puede quedar huérfana de la organización: Quedarse tranquilo con «de vosotros depende» es demostrar un bajo conocimiento de lo que acontece en el día a día profesional de cuantos participan de un programa formativo. La transferencia requiere de la presencia de la organización movilizando, tutelando, apoyando,.. Para ello es preciso contar con herramientas, modelos, canales, metodologías, etc., que ayuden a crear esa realidad pretendida.
La consecuencia y su permanencia es el KPI final: Si somos capaces de evaluar en qué medida hemos provocado el cambio pretendido o la mejora exigida, tendremos en nuestra mano la verificación del ROI. Existen formas de atrapar esa realidad y de valorar su presencia.
Estoy seguro, convencido y deseo que así sea, que este reto de la transferencia abre cada vez más puertas y que no tiene fin.
Lo importante es sentirse en movimiento y en una buena dirección.