Esperamos reacciones que no siempre llegan.
Hablaba por teléfono con uno de esos «insensatos» que no sólo tuvo la osadía de fundar una empresa hace muchos años, sino que demuestra una inagotable obstinación en mantenerla arriba contra viento y marea. Pronunció una frase que tuvo eco en mi cabeza y que se enlazó con un buen número de experiencias recientes:
- Toda acción que emprendemos nace necesariamente de una emoción. Sin emoción, no hay acción.
Olvidé preguntarle: Si no existe acción, ¿es debido a una falta de emoción?, ¿a que, aunque ésta exista, se ha frenado su efecto consciente o inconscientemente? o ¿a que existen otras emociones de mayor peso que se imponen sobre ella? En realidad, me alegré de no hacerle estas preguntas, porque nos habría llevado a una conversación que exigiría un tiempo del que ni él ni yo disponíamos.
Conocemos en buena medida a los demás por las reacciones que muestran ante las situaciones que experimentan. La reacción se convierte así en la «publicidad» de la emoción porque nos lanza mensajes que hablan de su existencia.
Cuando, ante una situación importante profesional o de otra área de interés, esperamos una reacción de alguien y ésta no llega, nos enfrentamos a un momento de «inexistencia de publicidad«. Nada nos dice que esa emoción que esperábamos exista por lo que echamos mano de nuestros «recuerdos publicitarios» (reacciones pasadas que nos verifiquen si es lógico esperar esa reacción) y de nuestro criterio (utilizamos la lupa de nuestro razonamiento y sentido común para intentar explicar lo que pueda justificar esa falta de reacción).
Si la situación es realmente importante para nosotros, la falta de «publicidad» procedente de esas reacciones que no llegan, la empezamos a llenar con «mensajes publicitarios» que vienen de nuestra reflexión y recuerdo:
- No se habrá enterado de esto
- No ha tenido ocasión de reaccionar aún
- Estará buscando un momento oportuno
- Aunque quiere, no sabe cómo reaccionar
- Puede que tenga otras prioridades
- Me temo que le importa bien poco
- Igual soy yo quien se equivoca al esperar esa reacción
- …
Al principio, los «mensajes publicitarios» serán conciliadores, pero si la falta de reacción persiste, empezarán a teñirse de percepciones negativas y, según cómo sea cada uno, tendremos el conflicto servido.
Complicados los humanos.
¿Te refieres a no querer tener reacciones de otros en algunos momentos?
Me gustaMe gusta
Curiosa forma de enfocar las faltas de reacción, pero, no crees que, al igual que con la televisión, estamos , a veces, deseosos de no tener anuncios?
Me gustaMe gusta