La oportunidad del boomerang (la columna de hoy 30-05-14)

Si escuchas cuando enseñas, encontrarás nuevos aprendizajes inesperados.

ViernesHace un par de días, me invitaron a leer un blog sobre la generación de confianza. Era un contenido que he trabajado con frecuencia y me recordó una experiencia reciente de la que surgió algo interesante.

En el transcurso de un proyecto, hablaba con una directora preocupada porque uno de sus colaboradores había perdido en gran medida la confianza en sí mismo.

Analicé con ella la situación, las causas, el perfil de su colaborador, las alternativas que podían reforzarle, etc. Y entonces, me hizo una pregunta que le dio la vuelta a una de esas técnicas de las que tanta mano echamos los consultores:

  • Al principio del proyecto, hablábamos de la confianza como un vehículo generador de resultados con clientes.
  • Así es – Eso ocurrió en una sesión grupal que compartí con ella y varios compañeros suyos.
  • Habían cuatro grandes pilares sobre los que se sostenía la confianza y que eran precisamente dianas de esfuerzo en la interacción con clientes.
  • Credibilidad, fiabilidad, intimidad y baja auto-orientación – Recité de memoria – A veces se les da otro nombre.
  • ¿No podría utilizar con mi colaborador estos pilares para reforzar su auto-confianza?

¡Ahí surgió la idea!

BoomerangEn los siguientes minutos de conversación, abordamos esa técnica que se utiliza para generar confianza en otros, pero para incrementarla en uno mismo. Le dimos la vuelta a la técnica, como si se tratara de un boomerang.

Preparamos un proceso para que su colaborador percibiera solidez en lo que él podía aportar (credibilidad), garantías de que iría logrando el paso a paso exigido (fiabilidad), coherencia entre el escenario profesional y sus expectativas (intimidad) y valor claro en el reconocimiento derivado de su aportación a compañía, área y equipo (baja auto-orientación). Todo terminó en un plan de gestión que impulsaría la directora y que días más tarde empezó a dar los primeros resultados.

Siempre que me ocurren cosas así, pienso que el gran riesgo que tenemos los consultores es el de caer en la trampa de no cuestionar nuestras técnicas y perder la oportunidad del beneficio de ese efecto «boomerang», que nace precisamente de esos profesionales a quienes entrenamos lanzándoles una u otra de esas técnicas.

Es imposible dejar de aprender si no te acomodas.

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