¿Es signo de debilidad, necesitar una sonrisa a tu alrededor?

Días atrás, compartía sesión con profesionales de larga experiencia. Por sus gestos se adivinaban personas forjadas a base de la superación de muchos años de esfuerzo, de enfrentamiento a conflictos, de vivir el emparejamiento casi obligado de frustraciones y logros, de sacrificios personales a veces mal entendidos y a veces mal orientados y de experiencias que llenarían páginas y páginas de libros que podrían ser buenas referencias para otros. Estábamos inmersos en el análisis de su escenario profesional en la búsqueda de alternativas que pudieran servir de vehículos válidos para facilitar el esfuerzo del colectivo. Valoramos pros y contras de su día a día, la idoneidad de los perfiles profesionales que colaboraban con ellos, la utilidad real de las herramientas de que disponían, la viabilidad de cobertura de sus objetivos,… Sin venir a cuento, al menos aparentemente, uno de ellos lanzó la pregunta:

• ¿Es signo de debilidad, necesitar una sonrisa a tu alrededor?

Otro de ellos dijo:

• ¿Cuántas veces has necesitado una sonrisa?
• Todos los días -dijo-. No siempre la tengo, pero cuando está presente, soy capaz de enfrentarme a mucho más de lo que puedo cuando no hay.

Esto lo decía alguien que podía considerarse como el `decano´ del grupo. Era el de más experiencia. Un compañero suyo, un `casi decano´, respondió:

• La debilidad no está en necesitar la sonrisa de otros, sino en pensar que eso sólo lo precisan los débiles.

Me quedo con ese pensamiento.