Hace unos días, Barquero, un profesional del mundo de la formación, responsable del área en una compañía conocida de nuestro entorno, al presentarle una alternativa que intentaba resolver la forma en que debía orientar un programa para poder obtener datos de nivel de implantación, me dijo:
- Es demasiado complejo. Tenemos que buscar una alternativa más fácil. Quizá hacer una encuesta a los tres meses.
Yo estoy de acuerdo con que hay que conseguir crear soluciones lo más sencillas posible ya que con eso se garantiza en parte la operatividad; pero me desalienta ver cómo algunos profesionales con «peso» en este ámbito de la formación y del desarrollo, rechazan la complejidad de la realidad en la que ellos trabajan y deben dar valor.
Piensa que no es sencillo manejar la complejidad ya que supone el esfuerzo de enfrentarte a ella, la exigencia de ser capaz de interpretarla, la valentía de tomar decisiones en ella y la habilidad para convertirla en algo sencillo para los demás.
¡Me gusta eso que acabas de decir! Y es cierto, veo a algunos con pocas ganas de destinar esfuerzo, capacidad insuficiente para interpretar lo complejo, tendencia a huir de la toma de decisiones en un entorno de incertidumbre y bloqueo en el momento de intentar crear soluciones sencillas y operativas.
Podemos alegrarnos de que esos no son los que más abundan. Hay muy buenos profesionales en este sector y que lo están demostrando día a día.
Sí y yo tengo la suerte de compartir trabajo con muchos de ellos. Os paso un artículo en el que abordamos un tema muy conocido y vigente desde hace muchos años. Espero que os guste.