El verdadero maestro es el que se esfuerza por conseguir que le superes

Me considero afortunado por las personas que a lo largo de mi trayectoria profesional (y personal) han intentado ser mis maestros y han puesto esfuerzo e ilusión en hacerme crecer. Uno de ellos, Rafa, intentaba hacer de mí un buen comunicador cuando le dije en tono irónico:

• ¡Verás cuando sea mejor que tú!
• Ese día habrás cumplido uno de mis deseos – me respondió -. Si tú no me superas, probablemente sea porque yo no he sido capaz de ser un buen maestro.

Esa respuesta me ha acompañado durante muchos años y ha hecho que me sorprenda y preocupe la frecuencia con la que me he encontrado a profesionales con responsabilidad sobre equipos, que no solo no han intentado ser maestros de su gente, sino que han hecho lo posible por evitar que otros les superen.

Y es que hay muchos que quieren para si lo que no desean para los demás.

La pregunta complicada aparece cuando pensando en nosotros mismos y en las personas que han dependido o están dependiendo de nosotros, intentamos saber si hemos intentado ser maestros o nos hemos guardado nuestros “tesoros de conocimiento y criterio” para nosotros mismos intentando evitar que otros los disfrutaran.

Cruel espejo el de algunas preguntas.