Si consigues entender algo complejo, no te quedes ahí satisfecho por tu logro, no te pares y aprovéchalo para abrir nuevos interrogantes
Es habitual que en nuestra historia profesional vayamos superando niveles cada vez más complejos e incluso que podían parecernos imposibles de controlar.
Nuestro cerebro, cuando se enfrenta a situaciones complejas y novedosas, debe desarrollar nuevos circuitos neuronales que nos den la capacidad de manejar estas situaciones. Una vez desarrollados los circuitos, aquello que nos parecía complejo, adquiere una nueva realidad que nos sorprende quizá no por haber sido capaces de manejarla, sino por no haberlo conseguido antes.
El riesgo está en no mantener vivos estos nuevos circuitos, no sólo para que no desaparezcan por desuso, sino fundamentalmente para que a partir de ellos, seamos capaces de crear nuevas alternativas neuronales que nos ayuden a resolver más interrogantes.
Traigo la viñeta de Mafalda y su inolvidable compañero quien creo que representa con la gran genialidad de Quino, una forma muy “humana” y frecuente de comportamiento.
Quizá a nuestro amigo de la viñeta le faltó enfocar su reflexión no sólo hacia la resolución de su partida con Mafalda, sino también a asentar su propio aprendizaje.