Si alguien piensa en ese momento en que va a poder descansar y dejar de tener actividad, dedicándose a no hacer nada; más vale que sólo juegue con ello en sus sueños y que rece porque no se convierta en realidad. La primera frase de las que hoy comparto, pone un título a la gran verdad de que el momento en que nos paramos, es cuando empezamos a retroceder. Es como si nos pusiéramos una escayola en la mente y al cabo de unos días, al quitarla, nos ocurriera lo mismo que pasa con la masa muscular de un brazo tras tiempo de inmovilización.
Además, si pensamos en lo dolorosa que es la rehabilitación de un brazo, cuánto más dolorosa será la rehabilitación de un cerebro inmovilizado durante un tiempo!
- El día que decides pararte, estás empezando a morir
- ¿Cuánta cordura no es más que locura aceptada socialmente?
- Los principios personales son a la vez causa y consecuencia de nuestro comportamiento
- ¿Quién es más valiente, el que domina por su carácter o el que aguanta por su paciencia?
- Los errores conducen al fracaso pero también son el camino natural hacia el éxito
- Nuestro estado de ánimo cambia profundamente el valor de nuestros recuerdos
- El rencor produce una grave sordera
- El verdadero aprendizaje empieza justo después de que termine el aula formativa
- Quien comete una locura, seguramente ha vivido antes cientos de ellas en el interior de sus pensamientos
- El relativismo es la máscara tras la que ocultan la falta de criterio y la mediocridad
- Si no tengo principios claros como referencia, jamás saldré del dañino laberinto del relativismo
- Quien confunde popularidad con excelencia, invita a que la frustración y la incompetencia sean sus compañeros de viaje
- Qué destructiva es para la persona la alianza entre la falta de esfuerzo y la ausencia de inquietudes
- Encuentra un pensamiento agradable cada mañana y empieza el día con él
- La suerte es un plato que se cocina a fuego lento
- Qué gran regalo es ver a un niño que sin estar obligado, vence su timidez y se esfuerza por echar una mano a alguien.
- Si tus valores no se nutren de principios claros, no los sientes importantes o tu hacer diario no los respeta, no son valores plenos
- Demasiado lejos está la sencillez que nos haría ser mucho mejores
- Cuando cometas un error, observa tu reacción y la de los que te ven errar. Te sorprenderá.
- Qué difícil, la intolerancia al error de otros puede nacer de una soberbia, de una inseguridad o incluso de un criterio acertado.