¡Cuánta información desaprovechada en los programas formativos, Barquero! Tengo la triste sensación de que las empresas dejan pasar grandes oportunidades cuando invierten en crear e implantar procesos de formación y desarrollo. ¿Podrías darnos tu opinión sobre esto?
Es sencillo de valorar. Imagínate que tienes responsabilidades sobre la formación en una empresa porque eres director, gerente, gestor o técnico dentro del ámbito de recursos humanos. Si tienes esa responsabilidad, seguramente estarás en una empresa lo suficientemente grande como para incorporar ese puesto en su organigrama y seguramente se realizan un buen número de acciones formativas de diferente naturaleza y finalidad.
Bueno, quizá en esta época el número de acciones se ha reducido por problemas presupuestarios.
Seguro, pero siguen ahí. Piensa ahora en todas las personas de tu organización que han pasado, están pasando o pasarán por los programas formativos de los que te ocupas. Diferentes puestos, perfiles variados, unos en integración, otros en programas de retención de talento, otros inmersos en el mundo comercial, otros en producción, en servicios centrales… ¡Qué importancia tienen todos estos profesionales, ¿verdad?!
Claro. Son los que mueven la organización. De ellos depende que las estrategias se conviertan en realidad, que el mercado compre, que la producción sea rentable y de calidad, que los procesos internos funcionen…
Exacto. Y ¿sabes porqué son capaces de mover la organización?
No sé bien a qué te refieres, pero ellos tienen unos conocimientos, unas habilidades, un nivel de implicación… Supongo que es eso lo que hace que actúen, ¿no? Al fin y al cabo, estas son las finalidades de un programa formativo.
No estoy de acuerdo. La finalidad de un programa formativo no está en aportar conocimiento, habilidad, implicación… La finalidad es que a través de esos elementos, los profesionales muevan adecuadamente la organización. Cada uno de esos profesionales actúa en función de cómo interpreta el escenario profesional en el que se mueve. Su actuación será tanto más eficaz cuantos más conocimientos y habilidades tenga, cuanta mayor implicación sienta por su responsabilidad y, sobretodo, cuanto más acertada sea la interpretación que hace de su escenario.
Estás hablando de las armas que tienen –conocimiento y habilidad-, de su predisposición por actuar –implicación-, y del criterio con el que actúan –interpretación que hacen de su escenario-.
Centrémonos en lo último, el criterio. Si tú eres responsable de formación y has participado directa o indirectamente en el diseño de estos programas, ¿has hecho algo por analizar el criterio con el que actúan todos los que participan en esos programas? ¿Qué información de esta naturaleza has sido capaz de obtener para poder contar con una visión clara de dónde, cómo y porqué actúan?
Ayúdame un poco. Dame ejemplos.
Tipo de clientes con los que interactúan, sus perfiles, motivos de predisposición y barreras. Tipo de recursos que manejan, cuándo los usan, con qué eficacia. Estrategias y técnicas que ponen en juego, cuándo lo hacen, con qué resultados. Características de los proveedores con los que negocian. Productos que más ofertan, características en las que se apoyan. Frecuencia de situaciones profesionales a las que se enfrentan, cómo las interpretan. Criterio con el que distribuyen su esfuerzo hacia el equipo, cómo crean planes de acción. Naturaleza de los conflictos con los que se encuentran, de dónde provienen, cómo los resuelven…
Sinceramente, creo que en la mayoría de los casos, esa información no se recoge y sería sensacional obtenerla. Sospecho que como responsable de formación, tendría la oportunidad de generar mucho más valor a mis clientes internos, ya que les daría una información fundamental con la que podrían verificar sus estrategias, procedimientos,…
Lo cierto es que si yo tuviera esa responsabilidad en una organización, hubieran pasado por mis proyectos formativos un porcentaje elevado de los profesionales de la empresa y no dispusiera de esa información que podría haber obtenido…, me preocuparía, Barquero. Como poco, me replantearía cómo actuar a partir de ahora. Pero no debe ser sencillo obtener esta información.
¡Todo lo contrario! Cuando tienes a un grupo de personas en un programa formativo, les estás ayudando a hacer su trabajo, por lo que si diseñas bien el programa, lo vincularás estrechamente a su escenario (objetivos, procedimientos, situaciones, recursos,…) y les aportarás aquello que precisamente exige este escenario. Por eso, en el programa formativo no sólo debes darles armas, no sólo debes reforzar su implicación, sino que debes ayudarles a revisar y a compartir su criterio.
Claro. Y si diseño el programa teniendo en cuenta esto desde un inicio, podré «atrapar» esa información de forma ordenada y reglada.
Sólo necesitas crear un modelo desde el principio que sirva de referencia para todo el programa formativo. Un modelo que integre los factores clave que se desprenden de preguntas como:
- ¿Qué objetivos/resultados debes conseguir?
- ¿A través de qué áreas de actividad y procesos debes hacerlo?
- ¿A qué tipo de situaciones debes enfrentarte, con qué recursos y con qué tipo de interlocutores?
- ¿Cuáles son los criterios que debes utilizar para interpretar adecuadamente tu escenario y orientarte en tu actuación en él?
- ¿Qué exigencia de perfil supone todo esto y en qué medida dispones de él?
- ¿Qué alternativas, metodologías y canales podemos aprovechar para promover el aprendizaje?
Esto me suena, Barquero. Cuando dispones de un modelo que te permite responder a estas preguntas de forma ordenada e interrelacionando unas con otras, es cuando consigues que la formación aporte un valor operativo claro y se vincule a objetivos y estrategia.
Y además generas a los profesionales mucho más valor porque comparten experiencia y criterio, porque les ayudas a analizarse más allá de unas simples habilidades o conocimientos. Y también evitas perder la oportunidad de dar un valor esencial a tus clientes internos, porque esto te permite hablarles de oportunidades y riesgos de negocio o producción, de la eficacia con la que se manejan o que demuestran sus recursos, de qué productos son los más utilizados y cómo, de la forma en que se implementan sus procesos, etc.
Queda mucho por recorrer, ¿verdad, Barquero?
Tú sabes que muchos de vosotros ya lo estáis haciendo.
No lo había pensado desde el punto de vista que planteas y me parece que es muy buena aportación. Estoy de acuerdo que cualquier esfuerzo formativo, sea en empresa, en universidad o en ámbito escolar, debe provocar unas consecuencias relacionadas con la mejora en la forma de actuar de quien recibe la formación y también debe ser capaz de «diagnosticar» cómo se está produciendo esa mejora.
¡Gracias!
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No se mucho sobre el tema del que hablas aquí, Barquero, pero hay cosas que gracias a Dios si entiendo y estoy de acuerdo. Este blog, me parece que tiene bastante relación con el cuento que pusiste en el anterior blog sobre «El Aula Congelada».
En un programa formativo, tienes que darle armas a los alumnos, reforzar su implicación en dicho programa y ayudarles a revisar y compartir su criterio.
Creo que al fin y al cabo, sean programas formativos o profesores de colegio, los fines que tienen son básicamente los mismos, ¿No crees Barquero?
Sus objetivos tienen que ser ayudar en todo lo posible a la persona que está ahí aprendiendo de ellos, guiándoles, motivándoles, aumentando su implicación y participación y, haciendo que compartan su criterio.
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